domingo, 19 de agosto de 2007

Aventuras en el hospital

Lo cierto es que cuando llegué allí el primer día, un caluroso 1 de agosto, iba sin muchas ganas. Además, el contexto, es decir, el Xeral, no ayudaba en nada. Si creéis que para alguien que va como paciente es una locura, no os podéis imaginar lo que implica para un estudiante de prácticas. Estás igual de perdido (lo controlas cero patatero) pero como vas vestido con bata blanca nadie te dicea donde has de ir, al fin y al cabo ¡vas con bata, deberías saberlo!.
Pero gracias a Dios, tengo la suerte de haber "estudiado" una "asignatura" vital para no morir en este medio hostil: el descaro. El que te impulsa a entrar sin llamar en un despacho con 12 médicos, de los que ninguno es mi tutor, y, entre miradas de ¿quién coño es este?, acoplarme toda la mañana con el que me cae más simpático. El de entrar en las habitaciones de los enfermos para hacerles preguntas que ya se les han hecho 2 o 3 veces. El de controlar el Xeral en un par de días.
Hasta aquí la introducción, que se vea que no todo es rositas y divertido. Que se vea que al principio agobia. Pero por el resto no tengo quejas. Se nota que no estoy en el Clínico de Santiago.
Si no me sé algo, en vez de cuestionar mis aprobados y negar con la cabeza en plan "gentuza", van a internet y me imprimen tres artículos sobre el tema para que los ojee "por encima", "¡al fin y al cabo estás de vacaciones!"
Lo más importante: ¡se saben mi nombre!¡se lo aprenden a la primera y lo usan para dirigirse a mi! En nuestra carrera se aprende a valorar que te llamen por el nombre y no por ¡eh, tú! No es ninguna chorrada.
El personal de enfermería ha sido otra grata sorpresa. Yo ya tenía la sospecha de que cosas como llamarte "futuro médico de puta mierda" o decirte "vete a beber calimocho, que es lo que sabéis hacer" no las podían decir en muchos sitios. Y descubro que no, que solo se dicen en el Clínico, al que comienzo a odiar. (Ejemplos verídicos que viví en primera persona). Agradezco infinito a Montse su trato para conmigo. Alguien verdaderamente entrañable. Pilar, a la que conozco poquito todavía, parece buena gente también.
Los médicos, salvo el jefe, que a día de hoy no me ha dirigido la palabra, son gente excepcional. Minuciosa en su trabajo, pendientes de sus pacientes hasta el extremo, a los que llaman por el nombre y no diciendo "el del neumotórax" o "el de la 12-01". Son capaces de recordar sus nombres hasta meses después de haberlos visto. Y yo por el medio, pasando de unas manos a otras, pero viendo siempre caras agradables y gente docente y receptiva.
Agradezco muchísimo a Maribel y Cris su recibimiento los primeros días y encargarse de mi sin tener porqué. Agradezco a Abel que me asuma y que pida a usu superiores llevarme con él, que como residente de segundo sabe lo que hay con los alumnos y busca tratarme como a él a lo mejor no le trataron siempre, enseñando y dejando hacer. Y a mi jefe, Alberto, que por lo poco que le conozco me parece de estas personas que pasan de ser estupendos médicos a modelos para mi futuro, como Ignacio, el de Chapela, mostrando un transparencia, integridad, competencia y trato humano excepcionales. Es como un espejo que te dice algo así como: "si te esfuerzas, ya ves que se puede llegar a ser así, hay gente que ya lo ha hecho".
Y claro, te entran ganas de ser mejor, porque ves que se puede.
Por último, gracias a los pacientes. Sus personalidades y su sufrimiento es la fueraza última que me impulsa.

1 comentario:

Anónimo dijo...

que bueno leerte ocn ese positivismo, y que bueno saber que le ocnocen a uno por el nombre, que la verdad sí que se agradece y mucho. Esoty convencida qeu tú también serás un excelente médico
besos de tu amiga